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Mostrando entradas de junio, 2021

Arrepentimiento y acción

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  «Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?    Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.» (Lucas 13:1-5) Cuando nos acercamos a Dios, el arrepentimiento juega un papel vital en nuestra relación con Él porque este significa una acción a tomar. En el momento en que dañamos a alguien con nuestras acciones o incluso al dañarnos nosotros como resultado de esas mismas acciones, necesitamos no solo perdonarnos y pedir perdón al Señor, únicamente, sino arrepentirnos, porque ello implicará un cambio de mentalidad y con ello un cambio de actitud. Muchas personas piensan que el arrepentirse, significa “sentirse mal” por el daño cometido, y sentirse mal, es parte del dolor de reconocer nuestro error. Arrepentirnos significa convertir ese dolor en acciones y transformarnos en espíritu, para convertirnos en la creación que Dios nos ha llamado a ser. Las escrituras de hoy son prueba

Poder sin límites

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  «Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad» (Isaías 43:16-19). Dios, es el creador de todas las cosas, sólo Él domina, cambia y determina en ellas su naturaleza. Con las palabras de estas escrituras, Isaías recuerda cómo Moisés fue guiado por el Señor, a abrirse camino en el mar, donde ningún camino había sido levantado. Cómo su fuerza hace insignificante cualquier intento de someter su voluntad. Se nos recuerda además que el pasado y el futuro le pertenecen al Señor: “ No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas ” y se nos exhorta a evitar hundirnos en los recuerdos y por el contrario

Conocer y amar

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  «Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error. Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios» (1 Juan 4:6-7) Existe una profunda relación entre el amor y el conocimiento: ¿Cómo podemos enterarnos de todos los detalles de alguien o de algo si no tenemos por eso un interés genuino y real? Si amamos un lugar, queremos explorarlo cada centímetro. Cuando amamos a alguien es seguro, que conocemos de esa persona sus gustos, preferencias, imperfecciones y de allí ganamos en confianza para expresarle nuestras experiencias, actitudes y hasta fallas. No obstante ocurren situaciones en los que tememos permitir que otros nos conozcan, porque a su vez, podemos sentir que al revelarle lo que somos, podríamos terminar siendo rechazados. Junto a Dios en esta relación de amor y conocimiento, existe una gran diferencia: No debemos

Cumpliendo nuestro plan

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  «Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová» (Jeremias 1:7-8) ¿Todavía no crees que Dios tiene un plan especial para ti? Lee nuevamente las escrituras de hoy. Como ellas dictan, Dios tenía un plan para Jeremías incluso antes de formarse en el vientre de su madre: “ Vino Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí…te di por profeta a las naciones ”. Muchas veces el Señor se nos es mostrado como inalcanzable y lejano. Se nos forma la idea de que no importa en qué medida oremos, nuestro mensaje tendrá muchas barreras para llegar a Él. No obstante en este pasaje vemos como Jeremías recibe respuesta directa del Señor, quien lo conoce, lo consagra y lo guía a una misión, de una forma tan maravillosa e íntima, que solo da cuenta de la noción de cuidado que Dios tiene por nosotros. Dios nos conoce, nos ha formado y ha consagrado

Valiosa espera

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  «Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; En ti me refugio. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud» (Salmos 143:9-10) Son numerosas las formas de comunicación con las que contamos el día de hoy. Probablemente muy pocos imaginaron que en tan corto tiempo la tecnología avanzara tan rápido al punto de instantáneamente saber si alguien ha leído uno de nuestros mensajes o si se encuentra escribiendo uno. Esto ha ocasionado en nosotros una especie de apuro, de tensión y necesidad rápida de respuesta que muchas veces podemos trasladar a nuestra fe. En ocasiones, podríamos tener la percepción de que El Señor nos ha abandonado, porque sentimos que no responde inmediatamente a nuestras oraciones. A menudo podemos sentir como el salmista  “Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu;  No escondas de mí tu rostro”  y pensar que la demora es más larga de lo que merecemos, por la situación en la que nos encontramos. Sin embargo,

Senderos de Verdad

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  “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; Enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, Porque tú eres el Dios de mi salvación; En ti he esperado todo el día. Acuérdate, oh Jehová, de tus piedades y de tus misericordias, Que son perpetúas.” (Salmos 25:4-10) En tiempos de cambio, cuando se introduce un nuevo esquema en nuestro estilo de vida: consiguiendo un nuevo trabajo, cambiando de ciudad, iniciando nuevas relaciones, amistades, conociendo a otras personas, es fácil sentirse abrumado con lo desconocido; con lo incierto. Al pasar por esa situación, en mi caso, he perdido en ocasiones la dirección y he preguntado a Dios: ¿Qué Debería hacer? ¿Cuál será mi futuro? ¿A dónde llegaré? ¿Cambiaré con esta situación? En esos momentos he sido consciente de que requiero como cristiano practicar el discernimiento para hallar en Cristo las decisiones correctas. El salmista en las escrituras de hoy nos enseña esas hermosas palabras de oración y clamado a nuestro Señor:  «Muéstrame, oh Jeho

Instrumentos de Cristo

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  «Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también. Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos» (2 Timoteo 1:5-6) ¿Qué dones tienes para ofrecer al mundo? Nota que la pregunta no duda sobre tus dones, sino que asume que los tiene y reclama aquellos que Dios te ha dado en su compromiso como su creación. El Señor nos ha equipado con características únicas que combinan nuestra personalidad, pasiones, recursos, intelecto, valores, talentos, habilidades y en ese sentido Él quiere que las pongamos en acción para su propósito en nuestro día a día. En las escrituras de hoy se nos guía en esa dirección, a obrar con nuestros rasgos para glorificar a Cristo. Pero se nos proporciona una enseñanza adicional: Los dones de Timoteo son reconocidos a través de la imposición del apóstol Pablo (Escritor del Pasaje), significando además que

Espíritu de gratitud

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  «Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5:16-18) La mayoría del tiempo, creo que es parte de la naturaleza humana, centrar la atención en aquellas cosas que nos faltan y no en aquellas que tenemos. En otras palabras, nos acostumbramos en cierto sentido a quejamos por lo que no hemos conseguido, más que dar gracias por aquello que se nos ha otorgado y que hemos alcanzado. Cambiar la perspectiva, es la manera de empezar a cultivar un espíritu de gratitud y que mejor motivación que la palabra del Señor cuando en las escrituras de hoy nos instruye:  “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”  ¿Por qué no empezar a ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío? ¿Por qué no fortalecer nuestra fe y honrar a Dios a través de un espíritu de gratitud cualquiera sea la circunstancia? Empezar a percatarnos de cada bendición que El Señor ha

Amor Al Prójimo

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Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Mateo 22:39)   El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. (Rom 13.10) Palabras del apóstol Pablo. Si obedecemos el mandamiento de amar al prójimo, las demás declaraciones de la ley, las que condenan las actitudes que hieren a nuestro prójimo, perderán su importancia. El amor, de hecho, es el cumplimiento de la ley. Porque el amor no obra mal contra el prójimo. Por lo tanto, si no nos amamos, todo está comprometido. Aunque hablemos en lenguas, expulsemos demonios, dominemos todos los campos de la teología, tengamos visiones del cielo y de los ángeles (1 Cor 13, 1-3). Sin amor, no hay vida ni fe cristiana. «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad». (1 Cor 13:4-6) Aquí Pablo nos confronta con las caracterí

No es lo que parece

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Del hombre son las disposiciones del corazón; Mas de Jehová es la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión; Pero Jehová pesa los espíritus. (Proverbios 16:1-2) No todo lo que idealizamos es lo mejor para nosotros. Por eso, el Señor no siempre nos da lo que pedimos. Sin embargo, Dios nos regala constantemente mucho más de lo que pedimos o imaginamos (Efesios 3:20). El secreto de vivir dependiendo de Dios y confiando en su voluntad es saber escuchar el «sí», el «no» y el «espera» de Dios. El apóstol Pablo declaró metafóricamente que tenía una espina en la carne, y pidió al Señor tres veces que lo librara de lo que no sabemos exactamente qué era, pero que representaba un gran sufrimiento para Pablo. La respuesta de Dios fue:  «Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.» (2 Corintios 12:9a). Ya sabes cuál fue la reacción de Paulo? Mira:  Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidade

Vivo para Cristo

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Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. (1 Corintios 6:20) Hay algo más en la vida que tener éxito, y es que nuestra existencia tenga sentido. Esto es algo que a muchos les quedó claro al enterarse con tristeza del suicidio del muy querido y carismático actor Robin Williams el 14 de agosto del 2014. El éxito conseguido con sus películas no fue suficiente para que Williams encontrara una razón para seguir viviendo. Víctima de la depresión y las adicciones, la vida carecía de significado para él. Dios decidió crear al hombre y a la mujer para amarlos y tener una relación de amistad con ellos. La Biblia dice que nos creó para su gloria. Cuando nosotros decidimos aceptar Su amor y el regalo de Su salvación, nuestra vida adquiere significado y propósito. No hay otra cosa en la vida que pueda darnos la paz y el gozo que nos da el tener una amistad con Jesús, obedecer Su Palabra y servirle con todo el c

Provisión de Dios

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  Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? (Mateo 6:25) El Sermón de la Montaña es uno de los pasajes más bellos de los Evangelios, donde encontramos a Jesús reunido con las multitudes, hablando de asuntos cotidianos y temas que preocupaban a la gente en todo momento de la historia humana. En particular, en el capítulo 6, en los versículos 25 a 34, tratan de las ansiedades de la vida. Jesús difunde a sus oyentes la verdad sobre la providencia de Dios para los hombres, con el fin de sostenerlos y guiarlos a una convivencia espiritual capaz de establecer y fortalecer la relación entre El Señor y los que le siguen. Confiar en Dios como proveedor y sustentador es una actitud de fe y rendición. La naturaleza humana, sólo en el ejercicio de la racionalidad, nunca admitirá una intervención divina en sus pasos. Por eso Jesús habla

Un Nuevo Aprendizaje

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  Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. (Santiago 1:2-4) ¿Cómo caracterizaría actualmente su fe? Es constante o puede cambiar de acuerdo a las circunstancias. El breve libro de Santiago nos enseña valiosos principios para mantener una fe diligente y estable sin importar las circunstancias que nos rodeen, evitando con ello que las dudas, en la adversidad, se apoderen de nuestros corazones y minen nuestra confianza en El Señor y Su Palabra. Santiago afirma que el hombre, inconstante en su carácter, es decir de “doble ánimo” es inestable en la sendas que recorre, y por ende no podría esperar recibir nada de Dios. Con doble ánimo Santiago se refiere al ir y venir en nuestro pensamiento. Podemos empezar con una fe sólida y comprometida, pero a medida que el tiempo pasa y la situación difícil con

Tiempo para Todo.

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«Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (Eclesiastés 3:1)   La vida está llena de contrastes. Atravesamos momentos de éxito, de fracaso, de pérdidas y ganancias, cosechamos victorias y cosechamos derrotas; pero ante todo algo es cierto: todo lo que ocurrirá bajo el cielo tiene su tiempo. Eclesiastés 3:2-8 nos da una representación para reflexionar, sobre las diferentes etapas de nuestras vidas, afirmando esta verdad: “ Todo tiene su tiempo. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;    tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;    tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;   tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; 

Lo que hay en tu corazón

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Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. (Deuteronomio 8:2) En este versículo encontramos resumido el accionar de Dios hacia Israel durante los cuarenta años en los que el pueblo vivió en el desierto. Las pruebas, que siempre parecían ser fortuitas, eran orquestadas por el Señor con un propósito muy claro: saber si existía en el corazón de ellos la disposición de guardar o no sus mandamientos a pesar de las pruebas y dificultades que transitaban. Siempre que he leído este versículo he interpretado que este conocimiento era algo que procuraba el mismo Señor. Hace poco, sin embargo, percibí que posiblemente el texto tiene un sentido diferente, quien podría revelarse en el texto del Salmo 139:  Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis p

Sumido en Su voluntad

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  !! Oh, si me hubiera oído mi pueblo, Si en mis caminos hubiera andado Israel! En un momento habría yo derribado a sus enemigos, Y vuelto mi mano contra sus adversarios. (Salmos 81:13-14) El aspecto más difícil de la vida cristiana es aprender a someterse a Dios en todas las cosas. Su yugo es fácil, pero recordar estar sujetos a Él es difícil. Lo adoramos a Él por su bondad, le agradecemos su amor, prometemos ser sus discípulos y le pedimos su sabiduría. Mientras tanto, los aspectos prácticos de seguirlo son difíciles de captar. Cuando se trata de tomar decisiones, todavía nos gusta nuestra independencia. ¿Qué es lo que tiene nuestra independencia que nos intriga tanto? ¿Por qué estamos tan cautivados por nuestro poder de tomar decisiones? ¿Por qué, incluso cuando sabemos que el sentido de autonomía es la especialidad de Satanás y la raíz de nuestro pecado, todavía insistimos en mantener pequeñas partes de ella en distintas esquinas de nuestra vida? ¿Por qué, cuando Dios nos dice una

Alumbra el mundo

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  «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:14-16) Siempre me gustaron los aviones y más aún tomar un vuelo de noche. Cada vez me impresiona observar, como a grandes alturas, una pequeña luz de un edificio o los focos de un carro son visibles, recordándome que en medio de la oscuridad hasta el más pequeño resplandor hace la gran diferencia. Las escrituras de hoy, refuerzan lo importante de esa verdad. En los momentos en que sentimos que tenemos muy poco que ofrecer, cuando nuestra luz ha decrecido y pensamos que ya no brilla con la misma intensidad, debemos ser conscientes de que lo realmente fundamental es que continuemos brillando con nuestras acciones y palabras para contri

¿Dónde Has Estado?

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  «Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» (Juan 11:21-25) Algunas veces cuando oré y no obtuve de Dios la respuesta que esperaba, llegué a pensar: ¿Dónde estás Señor, en medio de mi dolor? ¿Por qué me abandonas? ¿Qué hice para merecer esto? En ese momento olvidé que cada situación de nuestras vidas, buena o mala, guarda un propósito en el plan al que El Señor nos ha llamado, y está en nosotros acercarnos a Él en oración, para pedirle la fuerza y la sabiduría que nos permita entender dicho plan. De esa forma aconteció con María y Marta, dos hermanas cercanas a Jesús. Su hermano Lázaro había caído ví

Cree de corazón

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  «Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote» (Marcos 5:24-29) La principal arma con la que contamos, para crecer en El Señor, es la fe. Porque la fe es el camino por el que la misericordia y cuidado de Dios, llegan a nosotros. Las escrituras de hoy, ilustran perfectamente esa verdad. En medio de la gran multitud, una mujer intentó acercarse a Jesús para obtener la sanación de una enfermedad que la había aquejado por más de 12 años y que causaba en ella un flujo intenso de sangre en todo su cuerpo. Su fe en las habilidades de Él para sanar a cada h

Nuestras excusas nos engañan

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«Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte» (Exodo 3:10-12) Si quieres juzgar el carácter de una persona empieza por preguntarte cuáles son sus excusas. Siempre las hemos oído y es posible que en algún momento hayamos usado una, porque las excusas, son una manera tal vez sencilla de alejarnos de una situación, en la que por elección no queremos estar, o son también una forma de justificar nuestras acciones. El problema de las excusas es que nos acostumbran a evadir una responsabilidad y sin que nos demos cuenta debilitan nuestra determinación para alcanzar los objetivos que en Dios nos hemos planteado. Además son una barrera que se interpone en

Promesas que se mantienen

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  «Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo» (Génesis 18:11-14) “Yo prometo” todos hemos realizado promesas a otros, y también hemos recibido de personas a nuestro alrededor por lo menos una promesa. Y si hay algo difícil de ellas es que son una especie de “contrato moral” que hacemos con en el que ratificamos  que cumpliremos nuestra palabra. En la escritura de hoy Dios realiza a Sara y Abraham la extraordinaria promesa de que tendrían un hijo. Por la avanzada edad de ambos y fiada en su propia prudencia Sara se rió al creer imposible que eso pasaría. Ante aquella gran muestr