Pedir, Llamar y Buscar
“En cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras” (Salmos 73:28)
Nos gusta que las cosas sean sencillas: seguir algunos pasos, y alcanzar el resultado elegido. La oración, sin embargo, no puede ser reducida a una simple fórmula. No es una actividad estática, donde la repetición de ciertas palabras trae la solución deseada. Es una comunicación permanente con el Padre celestial que implica escuchar, hablar y actuar de acuerdo con lo que Él nos diga.
Dios ha prometido responder las oraciones de sus hijos, pero normalmente espera antes de respondernos, y lo hace por muchas razones.
Preparación. A veces, Dios tiene que prepararnos para que podamos recibir lo que quiere darnos. Podemos tener algunas actitudes o comportamientos fuera de su voluntad (Stg 4.3). Él se ocupará de ellos antes de concedernos nuestra petición.
Crecimiento espiritual. El Señor puede usar la demora para poner a prueba nuestra fe o hacer más profunda nuestra relación con Él.
Momento oportuno. El cronograma de Dios normalmente no coincide con el nuestro. El Señor sabe lo que quiere lograr en nuestra vida espiritual y en nuestra relación con Él. Podemos confiar en que Dios hará buen uso del tiempo que hay entre nuestra petición y su respuesta.
Dios incluye la demora como parte de la vida de oración del creyente. En ciertas situaciones, tenemos que seguir clamando como lo hizo la viuda perseverante, antes de que Dios nos responda (vea Lc 18.1-8).
Jesús nos llama a “pedir, buscar y llamar” —un estilo de vida caracterizado por la confianza en la promesa de Dios de responder a sus hijos. ¿Qué tan perseverante es usted?
Totalmente verdad
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