¿Cómo ver a Dios?

 


"No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá. Pero, yo haré pasar todo mi bien delante de ti, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti, y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después apartaré mi mano y verás mis espaldas, más no se verá mi rostro”. (Éxodo 33:19-25)

No hay cosa más hermosa, no hay ser más sublime, no hay experiencia más satisfactoria que la de ver a Dios. Hoy día, ¿qué puede hacer un hijo de Dios para ver y conocer al Dios altísimo?
Qué bueno es saber que nuestros pecados son perdonados, pero no queremos complicar nuestra vida con aspectos doctrinales. Somos parecidos a los israelitas ante el Monte de Sinaí, que sean otros los que se acercaran al monte de Dios, allí donde salían los relámpagos, los estruendos y el humo, nosotros de lejos nos sentimos seguros.
Dios quiere manifestar su gloria a sus hijos. Recordemos que se manifestó a Moisés, a Jacob, a Hagar, a Manoa y su mujer, a los sacerdotes y setenta ancianos de Israel, a Isaías y a Amos, a los doce discípulos, y también a Pablo en el camino a Damasco.
¿Cómo vemos a Dios hoy? ¿Será que como Moisés tenemos que subir alguna montaña? ¿Será que un día Dios nos sorprenderá cuando entramos a la iglesia? Indiscutiblemente, nos gustan las experiencias. Pero Dios tiene una manera de revelarse mucho mejor y más detallada y muy superior a la de una experiencia que ocurre en un momento y que a lo mejor esa experiencia puede ser mal entendida y mal interpretada.
Hoy día esa revelación que Dios hace de sí mismo se encuentra magníficamente explicada y detallada en su Santa Palabra. Ya no es necesario que Dios se haga conocer en visiones como lo hizo a sus siervos cuando no hubo Biblia. Ahora, todos tenemos la Sagrada Biblia. Allí encontramos todos los detalles necesarios para satisfacer nuestra curiosidad y deseo de conocer cómo es nuestro glorioso y maravilloso Dios. Querer mas, es mostrar una desconfianza en su Palabra, y a la vez menospreciar la manera que Dios ha escogido para mostrarse a nosotros en nuestros días.

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