La copa del gozo
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:4-7).
Dios quiere que seamos felices, por eso tenemos que buscar la voluntad de Dios a través del estudio de la Biblia y la oración. Cuando actuamos en el poder del Espíritu Santo andamos siempre en luz y podemos vencer el pecado en nuestras vidas, ya que el pecado hace que la copa de gozo se agriete y empiece a salirse.
El mayor gozo de un creyente es cuando Jesús habita en él. Es necesario llamar continuamente a los cristianos al gozo, como lo decía el apóstol Pablo, porque es de gran importancia en nuestra vida, para ayudarnos a superar cualquier adversidad. Este es el gozo que sólo proviene del Espíritu. Recordemos que el carácter y la conducta empiezan en la mente. Nuestros actos se ven afectados por aquellas cosas a las que damos cabida en nuestros pensamientos.
Juntamente con una actitud de gozo, frente a los problemas, debemos mantener una vida de oración y gratitud constantes que es lo que trae la verdadera paz a nuestros corazones. La enseñanzas de Jesús deben armonizar con nuestra vida, de tal manera que en los momentos difíciles sea el carácter de Cristo el que fluya a través de nosotros, que no se nos halle angustiados y afanados, sino con amabilidad y no irritados porque nuestra mente y nuestro corazón gozan de la paz del Señor.
Debemos regocijarnos en todas las circunstancias porque el verdadero gozo está en el Señor. Recordemos que la oración y la paz están íntimamente vinculadas.
El mayor gozo de un creyente es cuando Jesús habita en él. Es necesario llamar continuamente a los cristianos al gozo, como lo decía el apóstol Pablo, porque es de gran importancia en nuestra vida, para ayudarnos a superar cualquier adversidad. Este es el gozo que sólo proviene del Espíritu. Recordemos que el carácter y la conducta empiezan en la mente. Nuestros actos se ven afectados por aquellas cosas a las que damos cabida en nuestros pensamientos.
Juntamente con una actitud de gozo, frente a los problemas, debemos mantener una vida de oración y gratitud constantes que es lo que trae la verdadera paz a nuestros corazones. La enseñanzas de Jesús deben armonizar con nuestra vida, de tal manera que en los momentos difíciles sea el carácter de Cristo el que fluya a través de nosotros, que no se nos halle angustiados y afanados, sino con amabilidad y no irritados porque nuestra mente y nuestro corazón gozan de la paz del Señor.
Debemos regocijarnos en todas las circunstancias porque el verdadero gozo está en el Señor. Recordemos que la oración y la paz están íntimamente vinculadas.
Gloria a Dios por hombres y mujeres que a su servicio encuentran formas de dar más herramientas para fortalecer nuestra Fé
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